Cosas que me gustan.

Publicado: 15 enero, 2016 en Uncategorized

Me gusta beber agua en mitad de la noche. Me gusta que me mires creyendo que no lo sé. Me gusta dormir. Me gusta comer turrón Suchard después de cenar. Me gusta que Carmen cante. Me gusta reírme sin poder parar. Me gustan las luces de navidad. Me gusta soplar la espuma de la bañera. Me gusta tocarme y olerme el pelo. Me gusta soplar el vaho cuando hace frío. Me gustan los masajitos. Me gusta empezar a comer palomitas justo cuando empieza la película. Me gusta bailar disfrazada y hacer videos. Me gusta disfrazarme. Me gusta que se empañen las gafas cuando sale vapor caliente de la comida, la ducha o similar. Me gusta pisar la arena de la playa que aún nadie pisó. Me gusta el cuscurrillo del pan. Me gusta Marga. Me gusta recordar algo gracioso cuando voy sola por la calle y parecer una loca. Me gusta escribir. Me gusta imaginarme cuentos y hacerme historias con la vida de la gente. Me gusta quitar puntos negros. Me gusta soplar burbujas por la nariz debajo del agua. Me gusta mirar a las estrellas. Me gusta pedirle deseos a las estrellas. Me gusta morder las pajitas. Me gusta tirarle de la piel de la mano a mi abuela. Me gusta hacer fotos. Me gusta recibir mensajes tontos. Me gustan los objetos antiguos, como los relojes, las gafas, las chaquetas. Me gustan los sombreros. Me gusta sacar la lengua cuando nieva. Me gusta la masa del hojaldrillo. Me gusta pensar en la ducha. Me gusta cómo huelen los libros. Me gusta leer en la calle. Me gustan los juegos. Me gusta devolverle la sonrisa a un desconocido. Me gusta taparme hasta arriba con la manta. Me gusta saludar al coche de atrás y que me devuelvan el saludo. Me gusta asustar a la gente.
Me gustas .

(Extraído de mi viejo Fotolog).

Yo no quiero hablar de ti, no quiero hablar de mí.

Atrás quedaron las putas ganas de seguir el show y de continuar mintiendo porque llega un momento en el que una se cansa y sólo quiere ser espectador. Y aún así, el dolor se me hunde en el costado y se me nublan los recuerdos que aparecen ante mis ojos. ¿Recuerdas lo que te decía? Que no tengo sed y estoy tragando, que no quiero no estar a tu lado.

A veces pienso, ¿quién pensó el guión? Sin duda, debe estar bastante enfermo…

El Otoño que ya nos deja me ha casado con este Invierno, brindándome su regalo: me condena a seguir durmiendo en aquella noche fría, en la que al llegar ni me miraste. Fui sólo una más de cientos cuando otrora fueron tuyos los primeros voleteos. ¿Cómo no pude darme cuenta? Jugábamos a equivocarnos sin reparar en que hay pecados compartidos y anclajes incapaces de parar nuestros instintos. En fin… Ahora relájate, yo lo llevo bien, todo ha acabado bien. Aunque he de confesarte que a medias de ese viaje, callé a gritos que no quisieras bajarte de él.

Y he de confesar, que aún hoy día, pierdo la conciencia cuando dices «que sea cierto el jamás».

Oh, cállate. Oh, muérete.

Me morderé las ganas de decirte que te voy a echar de menos.

Una de verdades.

Publicado: 26 noviembre, 2015 en Uncategorized

«Aquí para los locos, los inadaptados, los rebeldes, los problemáticos, los palos redondos en los agujeros cuadrados… los que ven las cosas diferentes — los que no se basan en las reglas de siempre… puedes citarles, estar en desacuerdo con ellos, glorificarles o despreciarles, pero lo único que no podrás hacer será ignorarles porque cambian las cosas… empujan a la humanidad hacia adelante y mientras habrá quien los vea como locos, nosotros vemos genios porque sólo los que están suficientemente locos como para creer que pueden cambiar el mundo, son los que lo están cambiando de verdad.».

Ya no hago fotografías.

Otrora época ésto podía resultar imposible para mí. La necesidad de inmortalizar cualquier momento quedaba remanente y más pendiente del flash de la cámara, que del deseo del carpe diem. En realidad es un poco lo que ocurre hoy día: fotografías de la comida, del gimnasio, de las zapatillas de deporte de marca, de las mil copas que te vas a beber, de la necesidad que tienes por mostrarle al mundo lo feliz y lo afortunada que eres.

Porque tienes un follamigo guapísimo.

Porque has ido al restaurante más caro y mas chic del mes.

Porque tienes una vida mucho mejor, en definitiva.

¿Lo tienes? Oh… Espera.
Las mejores personas que he conocido en mi vida no sabían lo que iban a hacer al día siguiente, ni tenían un sueño, ni un objetivo. Algunas no sabían ni dónde iban a dejarse caer para planchar la oreja. «Yo vivo, simplemente. Porque estoy vivo, Yitar, y eso es algo que no me puedo permitir el lujo de olvidar. Jamás.»
Y cuando vives, cuando disfrutas del momento, todo queda en un segundo plano. Te importan bien poco los decibelios de tu timbre de voz, que van subiendo peligrosamente conforme van aflorando las anécdotas que desembocan en sonoras carcajadas; tampoco entiendes de horarios, de que te estás perdiendo el programa de las 22:35 de la noche o de que sean las 00:46 de un Martes y mañana tengas que levantarte a las 7:00 para retrasar la alarma del despertador unas tres veces antes de decidirte a salir al mundo.

Si estabas cansado, ni te acuerdas. ¿La bronca con el jefe porque metiste la gamba con la misma tontería por quinta vez? Un desliz banal que una caña puede reparar. El problema que te rondaba en la cabeza con un molesto runrún desde hacía semanas queda eclipsado por una confesión de tu compañera que necesita desesperadamente de tu consejo. Vas camino a casa y te encuentras que has andado 8 kilómetros hablando del último sketch que batió recórds en Youtube para descubrir, ¡anda!, que tienes la mejor puesta de sol del mundo con el astro rey zambulléndose en el mar.

Y entonces, en lugar de echar mano a tu cámara móvil para inmortalizar esa escena y subirla a las cincuenta redes sociales que tienes para mendigar unos cuantos likes y demostrar lo chachiguay que eres; te descubres echando el brazo por el hombro de tu colega para acercarlo más a ti y disfrutar juntos de ese pequeño secreto que habéis descubierto juntos.Te descubres viviendo, ni más ni menos. Y sonríes. Mucho más que cuando recibes un like o un megusta. Ésa sensación no tiene palabras porque todavía no las han inventado. O quizá es que somos incapaces de recordarlas.

Es por ésto, sencillamente por tener ésta sensación que ya no hago fotografías. Ni le hago caso a mi móvil porque prefiero estar con personas.
Porque prefiero tener la sensación de estar viva.

Bailar.

Publicado: 24 octubre, 2015 en Uncategorized

Me gustan las personas que sin saber bailar, bailan

y aunque no sepan cantar, cantan.

Que viven a pesar de no entender la vida.

Memories.

Publicado: 1 octubre, 2015 en Uncategorized

Todas tenemos sombras, algunas unas más que otras.

Y las tuyas jamás dejaron de perseguirte. Pero te diré algo, como sigas refugiándote en ellas, echándolas de menos y rindiéndote a los «¿y si…?» no vas a poder seguir hacia delante. Bien está que algunas te sigan buscando, porque lo único que consiguen con ello es humillarse aún más; y bien está también, mirar al pasado para aprender. Pero, en tu caso, volver la vista atrás no merece la pena ni para coger impulso.

Todas tenemos sombras, inquietudes que hacen que avancemos con temor.

Sin embargo, el secreto de los valientes es no decir nunca que tienen miedo. Y gracias a éste, tenemos la única ocasión en la que podemos ser valerosos. El temor debe ser la adrenalina que nos obligue a tomar decisiones, que nos excite, que nos dé la pimienta de la vida. Que nos haga sentir que estamos vivas.

Todas tenemos sombras, sí. Pero hay que aprender a convivir con ellas para poco a poco, dejarlas atrás.

Y tú, en concreto, tienes que pegarles el carpetazo. Para siempre. Por mucho que duela, por mucho que cueste.

Gritando en Silencio.

Publicado: 18 septiembre, 2015 en Uncategorized

Si me aprietan las cadenas;
ahora se guardan los llantos
para cuando valgan la pena.
Así malgasto las horas,
y voy quemando los recuerdos;
me he bebido sus caricias
y ahora me fumo sus besos.

Que yo, por las noches mamo alcohol
de su boca, sin que duerma,
que el refugio de horas solo,
es su entrepierna.
Jugar, a tocar el corazón,
a perderme en mi ambición
de seguir buscando
una sonrisa tierna.

Murió.

Publicado: 29 agosto, 2015 en Uncategorized

Cuando el rey Lear muere en el quinto acto ¿sabes cómo lo expresó Shakespeare? Escribió: muere. Eso es todo, nada más. Sin fanfarrias, sin metáforas, sin brillantes palabras finales. Así que la culminación de la obra de literatura dramática más influyente es “muere”.

Tuvo que ser Shakespeare un genio para expresar “muere”. Sin embargo, cada vez que leo esa palabra, me invade un infinito sentimiento de tristeza. Ya sé que es natural sentirse triste, pero no por la palabra muere, sino por la vida que hemos visto antes de esa palabra.

Has vivido poco más de tres actos y no es necesario pasar página pero sí seguir hacia delante, que continúe leyendo sin ti. Y dé paso a la siguiente historia. Y si alguien pregunta alguna vez qué ha sido de ti, le contaré toda tu vida en todo su esplendor, y acabaré con un sencillo y modesto “murió”.

Jesús.

Publicado: 18 agosto, 2015 en Uncategorized

Ya hace una semana.

«- No vuelvas a desaparecer nunca más, ¿eh?
– ¡Noooo!
– Nunca.
– No. Te lo prometo.»

Se me eriza el vello de la piel cada vez que escucho una bicicleta y todavía sigo mirando a la puerta, esperando que vengas a hacerme la visita de todos los días y que me desmientas todo ésto.
Quiero darte otro bofetón por el segundo susto que me das en tan poco tiempo.

El cielo te lloraba y no podía ser de otra manera. Lo último que te escribí fue si tenías luz tras el corte de corriente que sufrimos el sábado por la noche, ahora comprendo cuán errónea era mi pregunta.
Porque claro que tenías Luz, Jesús, brillabas por ti sólo; fuimos nosotros los que pasamos por el apagón. Te llevaste la Luz y hoy todavía el mundo sigue siendo un poco más oscuro.

Te siento conmigo, estás conmigo, te llevo conmigo. Y cuando voy a un bar me resulta imposible no pensar en ti cada vez que alzo mi copa y la llevo a mis labios. Brindo por ti, en el silencio que sólo la mente me puede dar.

Alzo la copa por lo que jamás seremos, por como se suele decir, por nuestros días no vividos. Por todas y cada una de nuestras fiestas, por las charlas filosóficas.
Brindo por tus risas y tus sonrisas, que tantas veces tuve el honor de sentir como mías.
Por ese jodido bofetón que la noche del Domingo estuve rogando a Dios para dártelo, porque todo ésto quedase en un susto.
Por las cervezas que no echaremos cuando volvamos de correr y por las lágrimas que no podrás secar de mis mejillas con tus manos.
Porque jamás cogerás a mi hijo en brazos, ni podrás regalarle tu coletilla. Ni yo estaré cuando te den ese trabajo que tanto querías en Granada.
Por la tuya. Por la mujer que nunca conocerá al que iba a ser el hombre de su vida, la que iba a querer como si fuese una hermana mía. Y por tus niños, por todos los cuentos que iba a inventar sólo para ellos.
Por todos los te quieros que murieron en tus labios y esos besos que nacían en tu corazón.
Por toda la vida que me has dado y me darás. Hasta el final.

Fue un privilegio bebernos los Sueños bajo las estrellas.
Fue una auténtica gozada confiarles nuestras esperanzas.
Fue todo un honor haber tenido el orgullo de poder llamarte

Amigo.

Ni la primera, ni la última.

Publicado: 23 julio, 2015 en Uncategorized

– Te voy a contar una cosa y luego ya tú la interpretas como quieras, pero que sepas, que yo vine con la primavera y a ti te trajo el verano. Y nos hemos encontrado en nuestro propio refugio estival.

Y se quedó tan ancho. Llevó una copa a sus labios a la par que me guiñaba un ojo.

«Me encantó enamorarme de ti, princesa».